Disautonomías
- Dr. Ricardo Santos
- 5 oct 2019
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 27 nov 2019
El Sistema Nervioso Autónomo, también llamado Sistema Neurovegetativo (SNV), es aquella parte del sistema nervioso que se encarga de la regulación neural de todas las funciones involuntarias en nuestro organismo.
En efecto, al no estar sujeto a la voluntad de la persona, puede controlar con relativa independencia el funcionamiento de nuestros órganos, estableciendo para ello una serie de mecanismos de reflejo y servoregulación, que le permitan mantener el equilibrio del medio interno. Sea ésta la oportunidad para hablar de cómo lo hace en el aparato circulatorio, y sus eventuales alteraciones.
Para lograr su propósito, el SNV se vale de dos porciones o fracciones:
la porción Simpática o SNV Simpático
la porción Parasimpática o SNV Parasimpático
El SNV Simpático se considera un cardioacelerador, es decir, bajo su predominio el corazón late a mayor velocidad y con más fuerza. Esto es lo que conocemos como efectos cronotrópico e inotrópico positivos, respectivamente, y los neurotransmisores responsables son las sustancias adrenérgicas, como la adrenalina y la noradrenalina, también llamadas catecolaminas.
Por el contrario, el SNV Parasimpático se considera un cardiomoderador, vale decir, bajo su dominancia el corazón late a menor velocidad y con menos fuerza. A estos efectos se los denomina cronotrópico e inotrópico negativos, respectivamente, y los neurotransmisores involucrados son llamados colinérgicos, como lo es la acetil-colina.
Bajo condiciones normales, el corazón se muestra predominantemente controlado por el parasimpático. Esto lo sabemos por medio de un simple experimento, que consiste en denervar el corazón, como se suele hacer para extirpar uno que luego será transplantado. En tal circunstancia, el corazón late a 110 LPM, lo que llamamos su Frecuencia Cardíaca Intrínseca, la cual está por encima del rango normal de 60 a 100 LPM. Este relativo predominio es lo que conocemos como Tono Neurovegetativo (TNV).
Los sistemas simpático y parasimpático modifican su actividad a cada instante, en función de las necesidades del cuerpo; y lo hacen a manera de los fieles de una balanza. Cuando se necesita un corazón más rápido, se excita el simpático y se inhibe el parasimpático; es lo que ocurre ante un ejercicio físico, o frente a cualquier situación que ponga en riesgo nuestra integridad, para permitirnos escapar del peligro. Por el contrario, bajo condiciones de tranquilidad o reposo, se habrá de inhibir el simpático y excitar el parasimpático, determinando una reducción en nuestras pulsaciones, como ocurre mientras dormimos.
Dicho esto, enfoquemos el problema de las alteraciones del tono neurovegetativo. Ya hemos dicho que este se mueve en uno u otro sentido en función de las necesidades instantáneas. Cuando este delicado equilibrio se desplaza en cualquier dirección sin causa fisiológica que lo explique, hablamos de Distonías Neurovegetativas (DNV) o Disautonomías.
Dos ejemplos clásicos de DNV son la somatización de los transtornos de ansiedad, con o sin depresión, y las reacciones de apremio, más conocidas como estrés. En ambos casos, hay una causa imprecisable o una respuesta desproporcionada respecto al estímulo. El resultado es un conjunto de síntomas de filiación cardiovascular, como dolor al pecho, palpitaciones y falta de aire, que responden al incremento inmotivado del tono simpático; es lo que conocíamos antes como Astenia Neurocirculatoria, y que hoy denominamos DNV Simpáticotónica.
Del lado opuesto cabe mencionar los episodios de lipotimia, en los que un desencadenante, generalmente emocional, despierta una respuesta excesiva del parasimpático, con molestias digestivas, bradicardia e hipotensión, que pueden terminar por completar un verdadero estado sincopal. Esta forma de DNV Parasimpaticotónica es más frecuente en mujeres y, sobre todo, en aquellas que padecen cuadros de ansiedad pobremente controlados.
El adecuado tratamiento de los trastornos neuropsiquiátricos y el buen manejo del estrés en las personas propensas, puede evitar llegar al punto de vernos comprometidos con este tipo de padecimientos. No obstante, cuando el paciente ya presenta manifestaciones distónicas es muy tarde para limitar la terapía al uso de sustancias psicoactivas, y deberán incluirse todos los fármacos cardiovasculares que se requieran para devolverle la salud previa al corazón.
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